La Pedagogía de Paz o el miedo al pueblo

Hernando Vanegas Toloza, Postales desde Estocolmo.

Cuán equivocados están los gubernamentales con toda la alharaca que han armado por la presencia de algunos de los comandantes de las FARC-EP en Conejo (Fonseca). O más que equivocados hay mala voluntad por parte del Ejecutivo y su temporal, JM Santos.

Será cierto que lo que esconde la ”pataleta” gubernamental es que ellos han perdido la iniciativa ante unas insurgentes FARC-EP que sabe ”por dónde es que le entra el agua al coco” o ”la pecueca a la cañandonga”… O será cierto que lo que buscan es otro objetivo, que por lo oculto es más preocupante…o será que es tanto el miedo que le tienen a los ”enemigos de la Paz” –que ahora tratan de subirse al tren llamado ”El expreso del Sol”- que piensan antes que ellos lo que van a decir…

Sea como sea, la verdad que ”Conejo” mostró cómo es que hay que hacer Pedagogía de Paz sin ningún tipo de ”conejo”. No haremos una correcta ”Pedagogia de Paz” desde solamente los perfumados salones de la Capital y desde las otras ciudades colombianas. Evidente que desde los salones comunales y barriales es desde dónde debemos adelantar la Pedagogía de Paz. Tambien, claro está, desde las zonas que han vivido la guerra, guerra que -no nos cansamos de repetir- fue y sigue siendo causada por el Estado en su conjunto que la ha llevado a desembocar en un Conflicto Interno, en sus dimensiones armada, económica, política, social, cultural.

Llama la atención que los funcionarios gubernamentales griten histéricamente y manifiesten su pretensión de impedir que el pueblo se exprese –como siempre lo han hecho desde el Estado- y planteé su visión de Paz porque, en primer lugar ello demostraría su sintonía con la visión de las FARC-EP, y en segundo lugar, como si quisieran impedir el accionar político de las FARC-EP desde ya, desde antes de la firma de los Acuerdos. Barruntar esto de esta manera es un mal presagio.

No puede haber Paz sin participación popular, sin el Pueblo. El Terrorismo de Estado convirtió en objetivo de guerra las comunidades que vivían y viven en las zonas en donde se desarrolla el conflicto armado, aplicando aquello de ”secarle el agua al pez”. Hoy está demostrado que ni con el Plan Colombia y sus tres fases –Colombia, Patriota y Consolidación-, fue posible cumplir con el objetivo de aislar la insurgencia armada de la población civil, es decir, del pueblo.

Por el contrario, la alegría que se evidenciaba en los rostros de los habitantes de Conejo ante la presencia de los comandantes de las FARC-EP demuestran que el pueblo valora acertadamente el enorme sacrificio que los guerrilleros han hecho para alcanzar la Paz y por convertir Colombia en un país en ”Paz con justicia social”. Esta verdad es incontrovertible y yo creo que fue lo que asustó nuevamente a los funcionarios gubernamentales, incluídos el mismo presidente JM Santos.

Los estatales siempre sienten un temblor en el fundillo cada vez que el pueblo se manifiesta mostrando sus deseos de Paz. Eso lo sabemos los revolucionarios desarmados, legales, y cada vez que a ellos ”les tiembla el asterisco” comienza la matazón. El temor a la participación política del pueblo –como la Pedagogía adelantada en Conejo- es una constante estatal y la causa del Terrorismo de Estado, terrorismo que les garantiza continuar atornillados al poder.

No es la manera correcta de mostrar deseos de reconciliación por parte del Estado y sus funcionarios. Definitivamente siguen ”meando fuera del tiesto”. El problema es que sus asquerosos orines le caen es al pueblo.

La Doctrina Bolivariana y el ejército libertador

Hernando Vanegas Toloza.

Nuestro Libertador Simón Bolívar diseñó lo que llamamos la Doctrina de las fuerzas militares de los países que él contribuyó a libertar. Lo hizo en la esperanza de que su pensamiento había caído y sido fecundo en los pueblos hispano-parlantes. Por ello, se atrevió a decir, ”maldito el soldado que empuñe su arma contra su propio pueblo”, y sus deseos de conformar una verdadera patria está contemplada en éstas dos citas: ”Formémonos una patria a toda costa y todo lo demás será tolerable” y previendo lo que venía aseveró que ”Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos”.

Entender la Doctrina Bolivariana  es entender que la ”Constitución … asegura la libertad civil de los derechos del ciudadano en su propiedad, vida y honor; y que además de conservar ilesos estos sagrados derechos, pone al ciudadano en aptitud de desplegar sus talentos e industria, con todas las ventajas que se pueden obtener en una sociedad civil, la más perfecta que el hombre puede aspirar sobre la tierra. Por manera que todo hombre debe contar (…) con la vida, que, después de la libertad, es el don más precioso que el Ente Supremo nos ha hecho (Discurso en la Villa de Tenerife, Magdalena).

Sabedor el Libertador del papel que deben jugar los militares decía que ”nuestra misión sólo se dirige a romper las cadenas de la servidumbre que agobian todavía a algunos de nuestros pueblos, sin pretender dar leyes ni ejercer actos de dominio, a que el derecho de la guerra podría autorizarnos” (Decreto a muerte. Ciudad de Trujillo. Junio 1813).

Su admirable pensamiento es supremamente claro cuando dice que ”Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni del Gobierno; es el defensor de su libertad. Sus glorias no deben confundirse con las de la República; y su ambición debe quedar satisfecha al hacer la felicidad de su país”, y llamaba a defender la soberanía porque ”yo os declaro, pueblos, que ninguno puede poseer vuestra soberanía, sino violenta e ilegítimamente” ya que ”la voluntad general del pueblo será para mí, siempre, la suprema ley; que ella será mi guía en el curso de mi conducta, como el objeto de mis contados será vuestra gloria y vuestra libertad”.

Los orígenes de la suerte que sucedió a las fuerzas militares se puede encontrar, entre otras, en que ”el hábito a la obediencia, sin exámen, había entorpecido de tal manera nuestro espíritu, que no era posible descubriésemos la verdad ni encotrásemos el bien. Ceder a la fuerza fue siempre nuestro solo deber; como el crimen mayor buscar la justicia y conocer los derechos de la naturaleza y de los hombres. Especular sobre las ciencias, calcular sobre lo útil y practicar la virtud eran atentados de lesa tiranía, más fáciles de cometer que de obtener su perdón. La mancilla, la expatriación y la muerte seguían con frecuencia a los talentos, que los ilustres desgraciados solían adquirir para su ruina, no obstante el cúmulo de obstáculos que oponían a las luces los dominadores de este hemisferio”.

Esta Doctrina Bolivariana naturalmente está soportada por ”la justicia (que) es la reina de las virtudes republicanas, y con ella se sostienen la igualdad y la libertad que son las columnas de este edificio” y es enfático al afirmar que ”Yo sigo la carrera gloriosa de las armas sólo por obtener el honor que ellas me dan; por libertar a mi patria; y por merecer las bendiciones de los pueblos”.

El Libertador no duda ni un segundo en colocar en el Congreso de Angostura la autoridad popular que lo había ungido como ”Dictador Jefe Supremo de la República” en manos de los Legisladores de tan augusto congreso y manifiesta que ”la continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos”, por lo que ”el sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”.

La Proclama a los soldados del ejército Libertador, vencedores en Ayacucho el 25 de diciembre de 1824 decia: ”Habéis dado la Libertad a la América Meridional, y una cuarta parte del mundo es el monumento de vuestra gloria: dónde no habéis vencido? (…) La buena causa, la causa de los derechos del hombre, ha ganado con vuestras armas su terrible contienda contra los opresores; contemplad, pues, el bien que habéis hecho a la humanidad con vuestros heroicos sacrificios”.

Mas el Libertador sabía los peligros que acechaban: ”No pueden Vds. formarse una idea exacta del espíritu de nuestros militares. Éstos no son lo que Vds. conocen; son los que Vds. no conocen: hombres que han combatido largo tiempo, que se creen muy beneméritos, y humillados y miserables, y sin coger el fruto de las adquisiciones de su lanza.  Persuádase Vd. que estamos sobre un abismo, o más bien sobre un volcán pronto a hacer su explosión. Yo temo más la paz que la guerra, y con esto doy… la idea de todo lo que no digo ni puede decirse”. (Guanare, mayo 1821).

No por ello dejaba de ensalzar la magna obra de su ejército libertador: ”Venimos venciendo desde las costas del Atlántico, y en quince años de una lucha de gigantes, hemos derrotado el edificio de la tiranía, formado tranquilamente en tres siglos de usurpación y de violencia. (…) Cuánto no debe ser nuestro gozo al ver tantos millones de hombres restituídos a sus derechos por nuestra perseverancia y nuestro esfuerzo! En cuanto a mí, de pié sobre esta mole de plata quese llama Potosí y cuyas venas riquísimas fueron trescientos años el erario de España, yo estimo en nada esta opulencia cuando la comparo con la gloria de haber traído victorioso el estandarte de la libertad, desde las playas ardientes del Orinoco, para fijarlo aquí, en el pico de esta montaña, cuyo seno es el asombro y la envidia del universo” (octubre 1825).

A su ejército, el ejército libertador, le decía: ”Soldados: vosotros lo sabéis: la igualdad, la libertad y la independencia son nues­tra divisa. ¿La humanidad no ha recobrado sus derechos por nuestras leyes? ¿Nuestras armas no han roto las cadenas de los esclavos? La odiosa diferencia de clases y colores ¿no ha sido abatida para siempre? Los bienes nacionales ¿no se han mandado repartir entre vosotros? La fortuna, el saber y la gloria ¿no os esperan? Vuestros méritos ¿no son recompensados con profusión, o por lo menos con justicia? ¿No sois iguales, libres, independientes, felices y honrados?” (Simón Bolívar, jefe Supremo de la República de Venezuela, a los soldados del Ejérci­to Libertador).

En ese ideario cabe resaltar que para el Libertador ” la verdad, que en política como en guerra es de un valor inestimable”. Cuando la mentira se introduce en los pueblos recién liberados, cunde la desunión y la obra magna se entrega a un gobierno extranjero, como sucedió posteriormente.

No por ello debemos desechar las enseñanzas de su Doctrina expuesta en la Carta de Jamaica:” Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que lige sus partes entre sí con el todo”, mas ”Si usted quiere república, es preciso que quiera también que haya virtud política”.

Bolívar entendió que sólo el pueblo tiene la capacidad de conformar una nación poderosa. Por eso manifestaba en Abril de 1826: ”Nada es tan conforme con las doctrinas populares como el consultar a la nación en masa sobre los puntos capitales en que se fundan los Estados, las leyes fundamentales y el Magistrado Supremo. Todos los particulares están sujetos al error o a la seducción; pero no así el pueblo, que posee en grado eminente la conciencia de su bien y la medida de su independencia. De este modo, su juicio es puro, su voluntad fuerte; y por consiguiente, nadie puede corromperlo, ni menos intimidarlo. Yo tengo pruebas irrefutables del tino del pueblo en las grandes resoluciones; y por eso es siempre he preferido sus opiniones a las de los sabios”.

Esa concepción la redondea cuando dice en agosto de 1826: ”Unidos los buenos ciudadanos a nuestro incorruptible ejército, se sostendrá el edificio levantado a costa de virtudes y de heroismo”. Señala así la necesaria unión de ejército-pueblo que defienda los logros de la empresa libertadora.

Los sacudimientos de los élites criollas hacía evidente las luchas intestinas por el poder. La preocupación del Libertador está plasmada en la siguiente cita del mensaje enviado a la Convención de Ocaña en febrero de 1828: ”Nuestro ejército era el modelo de América y la gloria de la libertad: su obediencia a la ley, al magistrado y al general, parecían pertenecer a los tiempos heroicos de la virtud republicana. Se cubría con sus armas, porque no tenía uniformes; pereciendo de miseria se alimentaba de los espejos del enemigo, y sin ambición no respiraba más que el amor a la patria. Tan generosas virtudes se han eclipsado, en cierto modo, delante de las nuevas leyes dictadas para regirlo y para protegerlo.

Participa el militar de los sacudimientos que han agitado toda la sociedad, no conserva más que su devoción que ha salvado a un respeto saludable a sus propias cicatrices. He mencionado el funesto influjo que ha debido tener en la subordinación el haberle sujetado a tribunales civiles, cuyas doctrinas y disposiciones son fatales a la disciplina severa, a la sumisión pasiva y a la ciega obediencia que forma la base del poder militar, apoyo de la sociedad entera. (…) Se han promovido peligrosas rivalidades entre civiles y militares con los escritos y con las discusiones del congreso, no considerándolos ya como los libertadores de la patria, sino como verdugos de la libertad. Era ésta la recompensa reservada para los héroes? Aún ha llegado el escándalo al punto de excitarse odio y encono entre militares de diferentes provincias para que ni la unidad ni la fuerza existieran.

No quisiera mencionar la clemencia que ha recaído sobre los crímenes militares de esta época ominosa. Cada uno de los legisladores está penetrado de toda la gravedad de esta vituperable indulgencia. Qué ejército será digno, en adelante, de defender nuestros sagrados derechos, si el castigo del crímen ha de ser recompensarlo? Y si la gloria no pertenece ya a la fidelidad, el valor a la obediencia!”.

A Bolívar no lo traicionaron las tropas ni la oficialidad de su ejército libertador. Bolívar fue traicionado por los mezquinos intereses políticos de élites criollas -incluso atentaron contra su vida- que se creían con todos los merecimientos del mundo, amén de postrar sus rodillas ante el oro estadounidense.

Ya en el post-conflicto independentista exclama adolorido: ”Colombianos! Mucho habéis sufrido, y mucho sacrificado sin provecho, por no haber acertado en el camino de la salud. Os enamorasteis de la libertad, deslumbrados por sus poderosos atractivos, pero como la libertad es tan peligrosa como la hermosura en las mujeres, a quienes todos seducen y pretenden, por amor, o vanidad, no la habéis conservado inocente y pura como ella descendió del cielo. El poder, enemigo nato de nuestros derechos, ha excitado las ambiciones particulares de todas las clases del Estado”.

En septiembre de 1829 le escribe a O´Leary: ”Mandarán siempre los militares con la espada? No se quejarán los civiles del despotismo de los soldados? Yo conozco que la actual república no se puede gobernar sin una espada, y, al mismo tiempo, no puedo dejar de convenir que es insoportable el espíritu militar en el mando civil”.

Bolívar renuncia –ya muy enfermo- en enero de 1830 diciendo en su Mensaje al Congreso: ”Disponed de la presidencia que respetuosamente abdico en vuestras manos. Desde hoy no soy más que un ciudadano armado para defender la patria y obedecer al gobierno; cesaron mis funciones públicas para siempre. Os hago formal y solemne entrega de la autoridad suprema que los sufragios nacionales me habían conferido”. Hace allí unas recomendaciones entre las cuales está la de que ”El ejército, que infinitos títulos tiene a la gratitud nacional, ha menester una organización radical”.

En noviembre de 1930 decía con enorme sabiduría: ”Desgraciadamente, entre nosotros no pueden nada las masas, algunos ánimos fuertes lo hacen todo y la multitud sigue la audacia sin examinar la justicia o el crímen de los caudillos, mas los abandonan luego al punto que otros más aleves los sorprenden. Esta es la opinión pública y la fuerza nacional de nuestra América”.

No olvidemos que en su lecho de muerte aún tuvo fuerzas para sentenciar: ” "Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno, para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al Cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales." (De su último mensaje a los colombianos, en diciembre de 1830).

Este fue el legado del Libertador a las futuras generaciones. Legado que no fue tenido en cuenta por las élites criollas y por el contrario traicionaron el ideario bolivariano.

……….
"Si la patria necesita de un soldado, siempre me tendrá pronto para defender su causa" Simón Bolívar.

Algunas citas del Libertador Simón Bolívar sobre éste tópico:

  • ·        " Maldito el soldado que empune su arma contra su propio pueblo "


·         "Como amo la libertad tengo sentimientos nobles y liberales; y si suelo ser severo, es solamente con aquellos que pretenden destruirnos." 
·         "De lo heroico a lo ridículo no hay más que un paso." 
·         "Dichosísimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto." 
·         "El arte de vencer se aprende en las derrotas." 
·         "El soldado bisoño lo cree todo perdido desde que es derrotado una vez." 
·         "En el orden de las vicisitudes humanas no es siempre la mayoría de la masa física la que decide, sino que es la superioridad de la fuerza moral la que inclina hacia sí la balanza política." 
·         "Es difícil hacer justicia a quien nos ha ofendido."
·         "La libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del universo." 
·         "La Justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostiene la igualdad y la libertad." 
·         "La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino." 
·         "Llamarse jefe para no serlo es el colmo de la miseria".
·         "Los empleos públicos pertenecen al Estado; no son patrimonio de particulares. Ninguno que no tenga probidad, aptitudes y merecimientos es digno de ellos." 
·         "Los tiranos no pueden acercarse a los muros invencibles de Colombia sin expiar con su impura sangre la audacia de sus delirios." 
·         "Más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía." 
·         "Para el logro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los sacrificios." 
·         "Todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han exterminado al fin a sus tiranos." 
·         "Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni del gobierno. Es defensor de su libertad." 
·         "Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción".
"Yo desprecié los grados y distinciones. Aspiraba a un destino más honroso: derramar mi sangre por la libertad de mi patria." 

Las víctimas piden Cese Bilateral de Fuegos

Hernando Vanegas Toloza.

Viajó la segunda comisión de Víctimas a entrevistarse con la Mesa de La Habana y como en la primera ocasión, en ésta también predominó el espíritu de respeto y confraternidad que nos muestra la grandeza de las víctimas del Conflicto armado y que la Reconciliación si es posible en Colombia.

De a poco, se va discerniendo que las víctimas, a una, consideran imperiosa la necesidad de acordar el Cese de Fuegos entre las partes enfrentadas, a fin de no seguir produciendo más víctimas y causando más dolor –ya innecesario si con ello contribuímos a la Paz-, dolor que lo sufren los colombianos pobres.

Es que es de simple lógica. Lógica lógica. Si queremos realmente la Paz debemos, al tiempo de la discusión en la Mesa de La Habana, ir realizando ”hechos de Paz”. Y qué mejor hecho de Paz que parar ésta confrontación fratricida, recomendación de sectores imperiales, aplicada gustosamente por los ”dirigentes” que ordenan la guerra, pero impiden que sus hijos si quiera paguen el Servicio Militar Obligatorio.

En ésta guerra interna sólo una de las partes llora. El pueblo. Las víctimas del Terrorismo de Estado -6,5 millones según cálculos optimistas-, las victimas del conflicto armado propiamente dicho (militares, policías y guerrilleros), todas son hijas del pueblo. Si acaso habrá un pequeño porcentaje atribuíble a las guerrillas, mas ellos también han podido hacer escuchar su versión, la cual ha sido magnificada y manipulada por los medios de comunicación en poder de la oligarquía.

Llorar hace parte del duelo. Permite hacer catarsis. Y después de la catarsis viene el proceso de re-estructuración de la vida. Ese proceso, lógicamente, sería mucho más fácil si contribuímos con nuestro grano de arena a posibilitar que la Paz, la Reconciliación y la Reconstrucción del país, sean una realidad. Por ello, la propuesta de las víctimas de un Cese Bialteral de Fuegos, que ojalá fuera inmediato.

Si el gobierno de Juan Ma Santos hace de ”oídos sordos”, debemos todos los colombianos realizar actos de Paz. Deponderemos los odios por un día inicialmente. Un día sin combates acordados por las fuerzas militares y las fuerzas guerrilleras, siendo el pueblo el garante de ese Cese Bilateral de un día. Si toca ir contra los Comandantes, los soldados y policías deben negarse a combatir ese día. Los guerrilleros pueden, bajo la orientación de sus comandantes, cesar sus acciones militares también.

Cumplido ese día, las Víctimas y todo el pueblo haremos un balance de la jornada de Paz de un día sin combates. De ahí en adelante, podríamos ir ampliando los Acuerdos. Una semana, después un mes, así hasta que el gobierno de Juan Ma Santos acepte discutir el Cese Bilateral de Fuegos con las FARC-EP, guerrilla que está a la espera de una respuesta positiva por parte del Ejecutivo ya que desde el principio del funcionamiento de la Mesa de La Habana es una de sus propuestas redimidoras.

De esta manera, homenajearía yo personalmente mis tres hermanos asesinados (en 2000, en 2002 y en 2007) por parte de fuerzas estatales y para-estatales. Creo que el sacrificio de ellos bien merece cualquier homenaje. De esa manera contribuiríamos las Víctimas a la salida política al Conflicto Interno colombiano. Nada más valioso que alcanzar la Paz en Colombia, porque la Paz es también un Derecho Humano.

Gabito, un revolucionario

Hernando Vanegas Toloza.

La muerte no por esperada me sigue sorprendiendo. Desde mi tierna infancia, ella, tercamente, se hacía presente en los momentos más inesperados. Así se volvió mi compañera de viaje. Lo cual no significa que le perdonara que me arrebatara lo más querido. No.

Ha muerto tanta gente de mi entorno que vuelvo y releo los viejos y nuevos libros de autores que tienen un lugar en mi espacio sideral. Gabito, como se le llama en realidad en la Costa Caribe, fue uno de esos escritores excepcionales. Con su lúcida pluma recreó los cuentos de los abuelos y dimensiono la vida de nuestros pueblos llevándonos a recrear momentos en que los protagonistas como el Coronel o el Patriarca radiografiaran la realidad.

Su realismo conquisto los corazones populares -quienes son los que crean el fenómeno garciamarquiano- y lo elevaron a la cúspide de la literatura, lo cual lo llevo a codearse con importantes personajes de la vida del siglo pasado, entre los cuales vale la pena mencionar a Fidel Castro y a Clinton, quienes a su vez representaron a los pueblos en su lucha contra el capitalismo rapaz.

Gabito no fue solo un ser de enorme capacidad literaria, sino también y a la vez un gran político, lo que lo motivo a militar en el Partido Comunista Colombiano y los avatares de la vida lo llevaron a marginarse de el, con la salvedad de seguir pensando como "comunista" y seguir teniendo "un mamerto dormido en el corazón". Aprovecho su estrellato para denunciar al imperio corporizando a los pueblos en Agostinho Neto, dirigente angoleño, en una entrevista de periodista comprometido, como siempre el lo fue, y así denuncio al imperio.

Gabito entendió como nadie que los poderosos no resisten el "mamagallismo" y esta fue su arma. Sus libros fueron una muestra del poder de la palabra llevada al ridículo por la mamadera de gallo. Es de recordar que a el se atribuye la frase de "si la mierda tuviera algún valor, los pobres nacerían sin culo", develando el futuro a que seríamos sometidos los pueblos, el desangre de la privatización neoliberal que roba a todos los ciudadanos el erario público para entregarlo a manos privadas con el cuento de que son ellos los únicos capacitados para "manejar el estado", llevando a los soleos presidenciales a los personajes más incapaces y trogloditas.


Fue por ello perseguido  -y lo llevaron al exilio- e integro una de las tantas listas conque los asesinos del pueblo colombiano adelantan el Terrorismo de Estado. Turbay Ayala como tantos presidentes colombianos tiene en su haber el haber perseguido a lo mejor de la ciencia, el arte y la literatura, porque los asesinos del pueblo saben que los creadores de lo nuevo de la literatura y el arte son subversivos porque ellos no caben en los estrechos marcos diseñados por el poder.

No voy a hacer un listado de las realizaciones garciamarquianas, sólo recordar que Gabito descubrió "en el transcurso de sus años incontables que la mentira es más cómoda que la duda, más útil que el amor, más perdurable que la verdad, (y) había llegado sin asombro a la ficción de la ignominia de mandar sin amor, de ser exaltado sin gloria y de ser obedecido sin autoridad", como ayer lo fueron los antecesores de quien hoy decreta tres días de duelo por su muerte, como si la muerte significara el olvido y un "infundio de la imaginación" que le permitió saber "quienes éramos mientras el (los decrépitos patriarcas) se quedo sin saberlo para siempre con el dulce silbido de su próstata de muerto viejo trasnochado de raíz por el trancazo de la muerte, volando entre el rumor oscuro de las últimas hojas heladas de su otoño hacia la patria de tinieblas de la verdad del olvido".

Gabito nunca será olvidado. Siempre seguirá mamandolegallo a los poderosos y sus pueblos latinoamericanos seguirán deleitandose de sus obras, obras del nunca jamás que quizá en este siglo les toca construir definitivamente la utopía del socialismo.

La cultura de la Paz


Hernando Vanegas, Blog Postales de Estocolmo.

El desarrollo del capitalismo deformado en Colombia –industrialización con reaccionaria tenencia de la tierra, dependencia de Estados Unidos, saqueo de recursos naturales, etc- ha sido complicado con la cultura violenta agenciada desde las esferas de poder. Esa cultura ha sido evidenciada en la llamada « La Violencia » de los años 50 que adelantando el despojo de campesinos produjo más de 300.000 muertos.

Posteriormente con el sofisma de las « repúblicas independientes” –figura que hoy es socorrida por los terratenientes-ganaderos y sus voceros en el gobierno-, se produce el ataque a Marquetalia, zona campesina del centro del país (departamento de Tolima), ataque que dió nacimiento a las FARC, las cuales se han desarrollado como guerrilla de defensa campesina hasta conformar las FARC de hoy, las FARC-EP.

En la década de los 60-70 un nuevo elemento viene a distorsionar el « desarrollo » del capitalismo en Colombia. El narcotráfico. Traído por ciudadanos de Estados Unidos (un tal Jimmy en la Sierra Nevada), el narcotráfico vino a ser la « perla del reino » al que los sectores tradicionalmente corrompidos querían para sí o tener muy cerca. Los corruptos politiqueros vieron acrecentar así su poder y los militares vieron el instrumento ideal para adelantar su « guerra contrainsurgente », recetadas por miembros del gobierno de Estados Unidos.

De la mano de estos dos sectores, el narcotráfico permeó la sociedad colombiana. Se produce la « traquetización » de la vida de la « sociedad » y el cambio de valores morales que veían « normal » la forma fácil de hacer dinero y la cultura colombiana se « traquetizó ». Los ríos de dinero corrieron a raudales y los « narcos » compraban haciendas, ganderías que competían con los tradicionales y reaccionarios ganaderos, equipos de fútbol (Nacional con Botero a la cabeza, América con el Cartel de Cali, etc), contrataban conjuntos de múscia vallenata, mejicana y de despecho, y hasta el « capo de capos », Pablo Escobar Gaviria, incursionó en la política y hasta hay una foto del entonces presidente César Gaviria Trujillo saludando efusivamente al otro delincuente.

La « cultura de la violencia » tuvo aquí su máximo impulso ya que las mafias del narcotráfico llevan consigo mismas la violencia. En los « negocios » mafiosos es normal que las deudas se cobren con la vida de la otra persona y el desprecio de ésta es la regla. « La debes, la pagas ». El colombiano común y los de la alta sociedad, obnubilados por el dinero fácil, se « traquetizaron » e hicieron suya esta forma de vel la vida del subproducto del capitalismo. Nunca jamás las mafias defienden el socialismo, por el contrario, son sus enemigos connaturales ya que en la base de los negocios mafiosos está la propiedad privada.

Esa « traquetización » fue aprovechada desde sus inicios por los sectores militaristas quienes adelantaban –y adelantan- la más cruel y seviciosa « guerra contrainsurgente », amparados por la Doctrina de Seguridad Nacional. El país y el mundo conoce a los extremos que ha llevado ésta traquetización y la incalculable crisis humanitaria que vive Colombia. 500.000 víctimas son apenas un pálido reflejo de los horrores sufridos por las clases pobres y clases medias del país.

Por ello, se hace indispensable alcanzar la solución política al conflicto interno a fin de ir sembrando en el imaginario colectivo la « cultura de la Paz ». Debemos adelantar una pedagogía de la Paz que inculce en los niños, jóvenes, adultos, ancianos, los valores perdidos de honestidad, transparencia, lucha contra la corrupción, y contra las formas violentas de solucionar los conflictos en la sociedad. No se alcanzará la Paz sino la sembramos en la mente de todos y cada uno de los colombianos. Solo así podremos vivir la vida en paz, con justicia social. Solo así podremos disfrutar los derechos humanos a que tenemos « derecho » por el simple hecho de ser humanos.

Vivir la Paz en Paz

Estocolmo, 28 de diciembreTenemos que aprender a resolver los problemas de otra manera, de manera civilizada. Si lo logramos, entonces, podremos vivir la paz en paz. 
Hernando Vanegas, Postales de Estocolmo.

Hemos escuchado y leído en algunos medios la pregunta de si « los colombianos sabrán qué es la Paz, más allá de una ausencia de violencia » ? Intentaré dar una respuesta, que como todo lo que hace el ser humano está signada por la incompletitud de sus actos, afortunadamente.

Yo vivo en Suecia, expulsado de mi país primero a Costa Rica y después a Suecia por la persecución estatal, en los últimos tiempos adelantada por el DAS de Jorge Noguera Cotes y Uribe Vélez. Costa Rica es un pequeño país, pobre, que por la visión de sus líderes –comunistas, iglesia y de derecha- decidió que no necesitaban ejército. Esa decisión los llevó a vivir en paz, con todos los problemas que se derivan de vivir en un país capitalista dependiente.
Suecia, contrario a Costa Rica, es un país desarrollado que vive un modelo que su líder histórico, Olof Palme, llamó de « Socialismo Democrático » en los últimos años de su vida –por ello fue asesinado- y ha hecho innecesario el uso de las armas para dirimir los conflictos que se dan en una nación desarrollada. En Suecia no hay mendicidad, todos tienen para subsistir si quedan sin trabajo, todos tienen acceso a la salud, la educación es gratuita, los niños y los ancianos están en primer lugar en la atención que dispensa el estado y todos pueden militar en la organización que le dé la gana, política, sindical, comunal, etc, y a nadie asesinan por sus opiniones. Eso sí, todos, absolutamente todos, pagan impuestos.
Colombia, por el contrario, es un país de enorme desigualdades sociales, con un presupuesto de guerra muy alto (6,3% del PIB) y unas fuerzas militares de 500.000 unidades, realmente hipertrofiado para las necesidades de defensa del país. En la base de esas inequidades sociales está la guerra adelantada por los sectores en el poder.Por ello, los índices colombianos son realmente dramáticos. Un 70% de colombianos son pobres -el gobierno sólo reconoce 49,9% y ahora con el presidente Santos « bajó » a 37%-, no hay salud para toda la población ; no todos los colombianos tienen acceso a la educación –se habla de 2,3 millones de niños por fuera del sistema escolar-, y la mortalidad infantil es tal que sólo es superada por los país extremadamente pobres de América y está por los 17 por mil nacidos vivos.
A los colombianos se les ha enseñado a resolver los conflictos mediante el uso de la violencia. El maestro ha sido el Estado. Por ello los colombianos fueron perdiendo confianza en la justicia y se la tomaron en sus manos. Cualquiera manda a matar a cualquiera, o lo hace él mismo. La impunidad para los actos estatales es supremamente alta, algunos investigadores hablan del 98% de todos los actos criminales están en la más absoluta impunidad.
Si algún partido político, organización sindical o barrial lucha por sus derechos es calificado de « comunista » antes, hoy de « terrorista », al cual hay que exterminar. Se aplica la pena de muerte extrajudicialmente ya que en Colombia está prohibida esta sanción. Así hicieron el genocidio de partido político alguno que registra la historia mundial. 5.000 líderes de la U.P., fueron asesinados porque en ella participaron las FARC.

O sea, los colombianos no hemos vivido un instante de Paz en toda su historia. Por ello hemos planteado que se desarrolle la más amplia pedagogía de la Paz, utilizando los conceptos de « desaprender lo aprendido y apre(he)nder una nueva visión paradigmática ». Tenemos que aprender a vivir en Paz. Tenemos que aprender a resolver los problemas de otra manera, de manera civilizada. Si lo logramos, entonces, podremos vivir la paz en paz.